ADIÓS IGLESIA

Fui catequista, monaguilla, estuve en una compañía religiosa, pero a veces no sirve estar tan cerca de la gente que dice actuar en nombre de DIOS, de entregar su vida a su servicio, cuando no hay vocación sacerdotal y solo hay amor a los chicharrones.

Me toco vivir una de las experiencias mas asquerosas que le puede pasar a una mujer.

Ya que siempre participa como cristiana de las actividades de mi parroquia y tenia un  compromiso con mis chicos a quienes daba las catequesis para el recibimiento de sus sacramentos, en una de esas ocasiones que por mala suerte, te toca estar a solas con un cura que se aprovecha de ser varón y de mayor altura que la mía, el cual sin ningún tapujo se atreve a tocar una parte de mi cuerpo, el cual me deja en shock, y no quedándome otra que salir corriendo, y ponerme a llorar.

No es tan solo el asco que te toquen en contra de tu voluntad, sino la decepción de que sea una persona que dice entregar su vida a Dios.

Busque a una amiga y le conté lo sucedido, me puse a llorar. Decidí contárselo a una amiga del grupo, pero de mayor edad para que me ayude al respecto. A lo cual me pide que no diga ni haga nada.

Yo no sabia que hacer, por una parte el cura era muy conocido y bien recibido por la comunidad y por otra parte yo, hablando en contra de el.

No lo denuncie, pero si decidí alejarme de mi congregación, y hasta el día de hoy, he renunciado a formar parte de una compañía de baile religioso, de dar charlas y demás.

Me aleje de ese grupo de amigos con quienes compartía estas actividades, porque tanta hipocresía no me hacían bien, cuando yo ya no me sentía segura, y a gusto.

Dije Adiós a la Iglesia, mas no  a Dios.

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